Diseñadas solo para estancias cortas de 72 horas, estas
pequeñas “jaulas”, ubicadas en una comisaría de El Salvador, albergan a más de
treinta reclusos pertenecientes a las dos bandas más peligrosas del país.
En San Salvador, las dos principales pandillas son la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18 (M18), ambas fundadas en Los Ángeles, Estados Unidos, en la década de 1980 por un grupo de inmigrantes, en su mayoría ilegales. Inicialmente estuvieron integradas únicamente por desertores de la guerra civil de El Salvador.
Durante casi dos décadas, el enfrentamiento entre ambas bandas ha sido a muerte. En 2011, la tasa de homicidios en la población salvadoreña alcanzó su punto máximo con 15 homicidios por día. El año pasado fue negociada una tregua entre la MS-13 y M18, gracias a la intervención de líderes religiosos y autoridades gubernamentales.
El objetivo principal del acuerdo fue detener el creciente número de tiroteos y muertes entre los miembros más jóvenes de las pandillas. Luego de la firma, los efectos fueron casi instantáneos y la tasa de homicidios se redujo 52% en tan solo 15 meses, sin embargo, a principios de julio de este año, una nueva ola de homicidios dejó a 103 salvadoreños sin vida en solo una semana.
Cabe destacar que este lugar sirve para castigar, especialmente, a delincuentes acusados de delitos graves como homicidio y violación.
En un reportaje publicado por la revista “Vice”, un periodista describe . “Cada jaula está repleta por más de 30 cuerpos humanos. El M18 y la MS-13 tienen sus propias celdas cada una, mientras que una tercera está reservada para los delincuentes comunes. Las jaulas fueron construidas para estancias de 72 horas, pero algunos reos aseguran haber sido encarcelados hace más de un año”.
Comenta que “la mayor parte de sus días se gastan separando
la ropa y usar el hilo para coser hamacas, donde duermen apilados uno encima
del otro”.
Según el periodista, su visita causó gran molestia entre las
autoridades del país. “Mi situación fue muy comprometida. Incluso el capitán
(quien permitió su ingreso al recinto) me preguntó si podía devolverle las
fotos que había tomado de las jaulas. Me negué. Él entendió, pero me dijo que
me fuera de inmediato antes de que el jefe de la oficina llegara. Dos horas
después tomé un avión y regresé a Nueva York”, relató el periodista.
Con información de Vice
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